Dog es un perro solitario que vive en Manhattan. Un día decide construirse un robot, un amigo.
La podemos definir muy fácilmente como cine infantil para adultos. En esencia y en la práctica. Tal y como sugiere su apariencia animada, 'Robot Dreams' es una película sencilla y cándida que relata una historia igual de sencilla y cándida. Puede que tal vez demasiado sencilla. E incluso tal vez demasiado simple.
Y es que es posible que hubiera funcionado mejor como cortometraje, siendo que a 'Robot Dreams' los 90 minutos se le acaban haciendo algo largos. Tanto a la película como al espectador, estando su principal problema en un segundo acto durante el que no parece que pase nada sustancial salvo el tiempo, claro.
Un segundo acto en el que esta tierna y amable historia sobre la fragilidad de la amistad y el miedo a la soledad se estanca, poniendo en entredicho las bondades de un primero al que literalmente rescata el tercero. Entre medias y a falta de grandes o medianos estímulos, mengua la atención y afloran las dudas.
La película, al igual que la animación sin idioma que le da vida, es tan clara, luminosa, aseada y armoniosa como un stand de IKEA. Una monada que sin embargo se queda corta y no enamora. Una cucada a la que le sobran buenas intenciones y educación y le falta chicha, sangre, fuerza y sobre todo emoción.